Supongo que viene siendo momento de una entrada reflexiva.
¿El motivo?
He roto una promesa, una promesa de años... una promesa importante. Me dio esperanzas en momentos en los que sentía que se me desmoronaba el piso, me ayudó a mantenerme firme y de todas las cosas que me cuestioné durante estos años, esa era una de las que jamás pensé dos veces.
Ayer, rompí esa promesa.
Costó, lo pensé bien antes de poner mi nombre en el papel. Nunca antes había titubeado tanto al decidir algo.
Y aún así estoy tranquila con mi elección.
Sólo necesitaba tenerlo por escrito para dejar constancia de que no es completamente malo romper una promesa. La gente y las circunstancias cambian. A veces no hay motivos suficientemente nobles que nos inspiren a mantener nuestra palabra... o simplemente no hay fundamentos.
Sea lo que sea, al fin y al cabo el resultado es uno mismo.
Y jamás pensé que sería una de esas personas que rompen promesas.
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